Cuando durante una revisión rutinaria con nuestro médico este nos comenta que nuestros niveles de colesterol son elevados, lo primero que nos reduce son la ingesta de alimentos grasos y la forma de procesar dichos alimentos: a la plancha o cocidos en vez de fritos. Las grasas trans o ácidos grasos insaturados tienen mucho que ver con nuestra salud.
Según la Organización Mundial de la Salud, la ingesta de grasas trans debe suponer menos de un uno por ciento de las calorías totales que ingerimos al día. Según los últimos estudios sobre los efectos de este tipo de grasas en el ser humano, han revelado que su influencia afecta tanto a los adultos como a los niños e incluso a los fetos durante la gestación.
Estudios realizados en la Universidades de Harvard por el Catedrático Walter Willet y tras el seguimiento de la dieta de más de ochenta mil enfermeras desde el año 1976 y en especial de la ingesta de grasas vegetales hidrogenadas, llegó a la conclusión de que aquellas que sufrían una mayor ingesta de este tipo de grasas tenían el doble de posibilidad de sufrir insuficiencia cardíaca.
Durante mucho tiempo se ha recomendado el consumo de aceite vegetal por ser mucho más sano que el que proviene del animal. Sin embargo, a causa de los procesos industriales durante la transformación de los alimentos con grasas vegetales sus ventajas sobre los de origen animal suscitan muchas dudas. ¿Y cuál es la causa? Muy sencilla. Alimentos que contienen grasas vegetales que en sí mismas son inofensivas, se convierten en alimentos pocos saludables a causa de la hidrogenación, que se utiliza para potenciar el sabor y alargar la vida de los productos alimenticios.
Cuando compramos un producto donde se especifica claramente que está elaborado con grasas vegetales pero no qué tipo de grasas, estas suele derivar del coco, la palma o palmiste que en realidad son grasas vegetales pero que no resultan beneficiosas para nuestra salud. Los consumidores deben tener en cuenta que no es nada recomendable por tres motivos:
1- Los niveles de colesterol malo o LDL aumentan.
2- Reducen los niveles del colesterol bueno o HDL.
3- La acumulación de grasas en nuestras arterías aumenta el riesgo de sufrir problemas cardíacos e incluso ictus.
Para reducir la ingesta de grasas trans en nuestra dieta los profesionales de la salud recomienda reducir la ingesta de cualquier tipo de grasa o de aquellos alimentos elaborados con aceites vegetales como la margarina, patatas fritas, palomitas, galletas, bollería industrial o helados.
La revista médica British Medical Journal informa en sus páginas que la eliminación total de ingesta de grasas trans reduciría considerablemente los casos de insuficiencia cardíaca salvándose así muchas vidas. Se aconseja leer atentamente las etiquetas de los alimentos y no comprar productos que no especifiquen el tipo de grasa vegetal que llevan (oliva, girasol).
Pero no sólo hay que eliminar de nuestra dieta este tipo de alimentos, sino que también los consumidores se tienen que concienciar de que la forma de procesar dichos alimentos también influye en el contenido de grasas de este tipo: freír los alimentos es uno de ellos. Para mejorar las grasas en el hogar se recomienda utilizar aceite de oliva virgen y nunca reutilizar el aceite más de tres veces.
Desirée R.A.