Aguas Minerales

El agua mineral es el agua que contiene algún tipo de mineral o sustancia disuelta que le confiera sabor diferente o propiedades terapéuticas. Estas sustancias pueden ser sales, compuestos sulfurados y gases disueltos, y a veces, en forma efervescente. A este efecto, el agua puede prepararse, pero en muchas ocasiones se producen así de forma natural.

Antiguamente, el agua mineral era consumida en los mismos lugares donde se producía o emanaba, lo que se conocía como tomar las aguas o tomar la cura, es decir, en spas, baños o pozos. En el primer caso, se daba cuando el agua era consumida y utilizada para darse baños, en el segundo caso el agua no se consumía de forma generalizada, y en el tercero, los pozos, las aguas no se utilizaban para baños, pero sí para consumo. Todo esto hace que, de forma natural, muchos de los lugares que contaban con alguno de estos manantiales se convirtieran en centros turísticos. En la actualidad, la forma más común de consumir el agua mineral de los manantiales es embotellarla y distribuirla; viajar a estas fuentes para acceder directamente al agua es muy poco común, además de imposible en muchos casos, debido a derechos de propiedad comerciales exclusivos.

Hablando de forma más técnica, se considera agua mineral a aquella que procede de un manantial subterráneo protegido y cuya composición en minerales no es inferior a 250 partes por millón, siempre de origen natural y no añadido. Esta agua debe embotellarse en el lugar de origen, y debe estar libre de cualquier microorganismo patógeno, todo esto sin ser tratada previamente. Entre este tipo de aguas se encuentran las que poseen más de 1500 minerales por litro ( agua de mineralización fuerte); las que tienen entre los 1500 y 500 minerales por litro (agua de mineralización moderada); las que tienen entre los 500 a 50 minerales por litro (agua de mineralización débil); y las que poseen menos de 50 minerales por litro (agua de mineralización muy débil).

Además, según el tipo de elemento que predomine, las aguas minerales pueden clasificarse en: cloruradas, que contienen sales o cloruro sódico en un porcentaje mayor de un gramo por litro. Este tipo de aguas se utilizan mayoritariamente en los balnearios para la hidroterapia por sus propiedades tranquilizantes y balsámicas, su capacidad para aumentar los glóbulos rojos y su acción positiva en el metabolismo. Entre los problemas que se tratan con este tipo de agua está la obesidad, trastornos del hígado, reuma, piedras en la vesícula, enfermedades en los ganglios linfáticos, anemia, aparato reproductor femenino y estrés.

Otros tipos de agua son por ejemplo las oligominerales (de mineralización débil o muy débil), quizá las más conocidas porque suelen utilizarse en regímenes de adelgazamiento. Su principal beneficio es la estimulación de la función renal y la diálisis, lo cual viene muy bien también para las personas que tienen tendencia a desarrollar piedras en el riñón, los enfermos de gota o los que padezcan de reuma. Por tanto, la conveniencia de un tipo u otro de agua dependerá del tipo de persona y de la finalidad para la que se utiliza. Lo más conveniente es consultar a un especialista, sobre todo si se va a tomar agua de mineralización fuerte, ya que en algunas personas podría tener contraindicaciones (por ejemplo, no conviene que las personas con tendencia a cólicos nefríticos tomen agua cálcica).

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