El envejecimiento es un proceso natural por el que toda persona tiene que pasar tarde o temprano, y ha sido y sigue siendo uno de los mayores miedos o preocupaciones a los que se enfrenta el individuo, ya que es inherente a su persona. Lo que si podemos hacer es retrasarlo, es decir, su evolución y calidad dependen de ciertos factores que la persona si puede ayudar a mejorar, como por ejemplo el estilo de vida, el cuidado personal y los factores medioambientales, lo cual influye en hasta un 70%. El otro 30% incluye las características genéticas, hereditarias y congénitas que están fuera de nuestro control.
Para poder trabajar sobre los factores que podemos controlar, es
necesario empezar pronto, es decir, a partir de los treinta y cinco
años para así poder tener una amplio margen de actuación; además a
partir de esta edad es cuando concluye el proceso de crecimiento y
desarrollo de la persona, y se obtienen con mas fidelidad los
diferentes diagnósticos y sus correspondientes tratamientos para luchar
contra el envejecimiento ( anti-aging ). En este sentido, es importante
que cuidemos la alimentación al máximo, ya que la apariencia externa se
ve influenciada en gran medida por los nutrientes ingeridos
diariamente.
Por ejemplo, es aconsejable seguir una dieta hipocalórica, pero no
exenta de la vitaminas y minerales necesarios para que el organismo
funcione correctamente. Debe existir un equilibrio entre los lípidos e
hidratos de carbono, así como fibra y minerales, para que el cuerpo
tenga defensas suficientes ante cualquier eventualidad. También es
preferible consumir en la mayoría de comidas alimentos con alto
contenido proteico, pero bajos en colesterol y triglicéridos, y mejor
si son de origen vegetal. Los carbohidratos deben ser complejos y de
absorción lenta, y hay que evitar en lo posible consumirlos durante la
noche, ya que son más difíciles de asimilar. Una idea errónea que se
tiene es que se deben evitar las grasas a toda costa, pero la realidad
es que las grasas buenas o insaturadas son necesarias para quemar
grasas saturadas, así que también deben consumirse. Además de bajar el
consumo de azucares, sodio y carbohidratos de absorción rápida, podemos
ayudar a bloquear los radicales libres (que son la principal fuente del
envejecimiento) a través de un incremento en el consumo de vegetales de
hoja verde, así como productos naturales como el te o los zumos de
frutas.
Hay personas que optan por la cirugía estética o el botox para retrasar
el envejecimiento, pero lo cierto es que el resultado la mayoría de las
veces es bastante artificial, además del riesgo que toda intervención
quirúrgica conlleva. Por ello, es mejor recurrir a procedimientos
naturales, llevar una vida equilibrada, hacer ejercicio diario (para
quemar grasas, desintoxicar las vías respiratorias, fortalecer los
músculos y los huesos), comer bien y utilizar productos adecuados a
nuestra edad y condición. No existen cremas milagrosas, pero si es
cierto que si empezamos a cuidad nuestra piel, pelo, apariencia en
general desde edades tempranas (en la veintena) nuestro aspecto futuro
se vera mejorado en gran medida. Es importante llevar una rutina de
cuidados diarios, aplicarse cremas nutritivas e hidratantes para evitar
la flaccidez de la piel y, sobre todo, nunca olvidarse de llevar crema
antisolar a diario, incluso en invierno, porque el sol es la principal
fuente de envejecimiento y lesiones cutáneas. Además de todo esto, hay
que tener en cuenta que el estrés es un elemento muy significativo a la
hora de incrementar los problemas de envejecimiento, por lo que hay que
procurar dormir las horas necesarias para poder tener cuerpo y mente
descansados y en forma.